lunes, 19 de enero de 2015

Día 19 (Año II): Lunes again...

Lo malo de empezar la semana es que siempre es un lunes. Obvio. Claro. Pero es lo que hay. La parte buena es que el sábado hubo un conciertazo en la Berlín de Sex Museum.

Sex Museum son una bandaza rodada con miles de kilómetros, horas de furgalla y todo tipo de situaciones. Eso les permite salir de cualquier situación con elegancia. Y es que a veces el público está frío, normal con la temperatura de Ourense en enero.
Así que empezaron a eso de las diez y media, bastante puntuales como es norma de la casa, enlazando varias canciones seguidas, unas nuevas y otros viejos éxitos como "Two Sisters", pero el público estaba frío. 

La entrada fue bastante buena, público variado, desde los omnipresentes de los conciertos de garage del RockClub hasta gente joven que se acercaba por primera vez a ver este "chou". Y aunque empezó fría la cosa, pronto se conviertió en un "chou". Fernando Pardo es el "chouman". Cuando ve que el frío invade la sala comienza a montar su propio show, dedicando una canción a su madre para que su hermano Miguel se luzca cantando en castellano. Destacando la labor de su mujer Marta a los mandos del Hammond, verdadera alma del grupo y la clave del sonido. Dedicando un momento a su batería para que se luzca. Presentando desde ese momento cada canción con un tono divertido y cómplice que animó y acercó al público. Desde ese momento se calentó el concierto y ya no bajaron el acelerador. Un guiño al garage de los Sonics con "Have love, will travel" y su fuzz demencial, otro tocando "Fight for your right to Party" de los Beasty Boys a ritmo de los Purple, con quien compartieron gira hispana en su día, otro guiño más a los ACDC con un tema que funde y difumina casi todos los riffs de los australianos, y ya el resto temas propios cada vez más intensos, con solos imposibles del Hammond y ruidos psicodélicos que hacían mover la cabeza como un perro de goma en el maletero de un 2CV. Hicieron 3 bises 3 para terminar pasadas las doce, como la cenicienta, acabando con un discurso del mismo Fernando Pardo, con fondo épico de armónica y guitarra in crescendo, animando a la gente a acudir a los conciertos, a apoyar el arte, a no dejarse esclavizar porque "o haces arte o eres un esclavo". Así salimos todos, hinchado el pecho y con ganas de coger una guitarra mañana mismo.
La labor del bajo es aparte. Brutal, presencia constante y enorme en todo momento. Lo del cantante siempre es una incognita para mí. Entra en un mundo propio al subirse al escenario y desde allí canta creyéndose lo que canta. Lo que "viene siendo" un animal de escenario. No un crooner como dice su hermano...pero sí un monstruo.

En fin. Que en Ourense dieron una lección de rock'n'roll sucio, garagero, que más sabe el diablo por viejo que por diablo y de estas lecciones siempre hay que aprender.

Como siempre, la foto con el móvil de que estuve allí. Ya, ya..esperábais más. Pues no. Id a los conciertos que se ve mejor todo que a través de una pantalla.



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